Mi Opinión: El Arte Más Íntimo (Exquisite Corpse)
«Quería volver a mi arte… Mis
manos anhelaban la cuchilla, el calor de la sangre fresca, la suavidad marmórea
de un cadáver de tres días».
Andrew Compton, un asesino en serie evadido de la cárcel, y Jay Byrne, la oveja negra de una antigua familia de Nueva Orleans, dos delirantes virtuosos del «arte más íntimo», se tropiezan en el turbio ambiente del barrio francés de la ciudad sureña y reconocen en el otro su mitad perfecta.
Yo nunca había paladeado la
podredumbre. La había manipulado, sí; la había derrotado. Pero nunca me había
recreado en ella. Nunca, hasta entonces. Mientras Jay me observaba sonriendo,
brutalicé el cuerpo decapitado que exhumó para mí. Lo follé agarrándolo por sus
hombros rígidos. Rasgué su carne exangüe con cuchillos, tijeras,
destornilladores, todos los objetos que Jay puso en mi mano. Después de haberlo
reducido a poco más que una mancha sobre los ladrillos antiguos, me revolqué
sobre sus despojos. Luego Jay se unió a mí y me limpió a lametazos. Sentí un
sedimento de repulsión mientras su lengua libaba jirones de tejido del vello de
mi bajo vientre. Pero no era algo que no pudiese soportar, no como el mundo
espera de un hombre sano. El horror es la insignia de la humanidad, ostentada
con orgullo, con un aire justiciero y a menudo falso. ¿Cuántos de vosotros os
habéis demorado en la narración de mis hazañas u otras semejantes, en los
descuartizamientos amorosamente detallados, débilmente recubiertos de
indignación moral? ¿Cuántos habéis arriesgado una mirada a un pobre diablo que
se desangra en el arcén de una carretera? ¿Cuántos habéis reducido la velocidad
para ver mejor? Se afirma que los asesinos habituales deben albergar un trauma
oculto en su pasado: una patética concatenación de abusos, violación, corrosión
espiritual. Hasta donde recuerdo, esto no es cierto en mi caso. Nadie me puso
trabas, nadie me golpeó, y el único cadáver que vi en mi infancia fue el
absolutamente desprovisto de interés de mi tía abuela. Salí del útero sin la
menor moral y nadie desde entonces ha podido inculcarme ninguna. Mi
encarcelamiento fue un largo sueño, un limbo que tenía que sobrellevar; no era
un castigo, porque yo no había hecho nada malo. Toda mi vida me he sentido una
especie única. Monstruo, mutación, superhombre nietzscheano: no percibía
ninguna diferencia. No tenía base de comparación. Ahora tenía delante a uno
como yo y quería conocerlo todo acerca de él.
Si siguen aquí felicidades.
A lo largo de la historia asesinos
seriales han existido a montones, algunos son más famosos que otros y algunos
por algún vecino que se queja de gritos u olores fétidos que provienen de la
casa del vecino mas amable del barrio, llamas a la policía y zas, estos obtienen
sus quince minutos de fama, se habla de ellos por algún tiempo y después se les
deja olvidados. A menos claro que hablemos de Jim Jones, Charly Manson, Jeffrey
Dahmer u otros por el estilo.
Y a esto viene el Arte más Íntimo.
La portada debo decir que es
bastante artística; varios pinceles y en medio de ellos un bisturí que nos acercan
un poco más a lo que vamos a leer conforme nos adentramos en esta maravillosa
obra. Para algunos el arte más íntimo sexo, para otros: muerte, dos cosas que
por fortuna abundan en la novela.
Pero ya con esto dicho, deben
saber que esta obra no es para cualquiera. Las descripciones de violencia y
sexo, sobre todo sexo gay, son MUY explicitas, no es solo beso, abrazo,
apapacho. Es violencia sexual con toques gore, mutilaciones, canibalismo,
necrofilia y canibalismo, además de temas como el sida, drogadicción, bares y
rechazo hacia las personas homosexuales.
Hermoso. grotesco, explicito,
realista y desde un punto de vista bizarro, tierno. De primera mano y como
espero que ya hayan leído conocemos a Andrew; un asesino serial ingles que se encuentra
en prisión por varios asesinatos, pero que logra escapar de una manera que nos
les voy a spoilear pero que si les puedo adelantar deja a la policía de
la prisión y a Scotland Yard como verdaderos pelmazos.
De allí nos trasladamos a
Nuevo Orleans, lugar de residencia de Lysander Byrne, mejor conocido en el
Barrio Frances como Jay, un joven proveniente de una buena familia pero que a
algunos causa temor, y esto no es para menos pues inmediatamente después de que
la autora nos pone un poco al día sobre la vida de este personaje, el mismo
termina conociendo a Fido, un joven que acepta ser su perro fiel, pero que termina
metido en un cobertizo lleno de cadáveres que en una analogía macabra terminan
siendo comparados con jugos macerándose.
Y mientras tanto conocemos a
Tran, un joven vietnamita de familia fugitiva que ha sido echado de casa por
ser homosexual y que se ha fijado en Jay. Mientras que por otro lado conocemos
a Lucas Ransom, escritor con VIH que ahora bajo un seudónimo es el conductor de
una estación de radio pirata, antiguo amante de Tran con quien su relación no termino
nada bien, después de que esta se volviera profundamente toxica; tan toxica que
a pesar de estar separados desde hace tiempo no se pueden olvidar el uno al
otro.
Y algo que se debe aplaudir a la
autora es el excelente trabajo que hace al usar a Lucas para realizar una
mordaz crítica social en la que se refleja de manera excelente la violencia que
vive la comunidad LGBTQ+, la psicología de los asesinos y la línea latente que
existe para ellos. No todos necesitan una historia difícil o tener traumas de
la infancia para matar; algunos simplemente lo hacen por gusto de diferentes
maneras, ya sea informándose sobre ellas o conforme se le vaya ocurriendo. El asesinato
es un arte.
Y así llegamos a Andrew y a
Jay, quienes se conocen en un bar y descubren algo en su mirada que los termina
atrayendo uno al otro. Ambos asesinos que se enamoran y se unen para asesinar jóvenes
homosexuales y disfrutar con ello mientras sus víctimas agonizan o ya están muertas.
Todo descrito en escenas atroces, llenas de locura y demencia, a las cuales se
termina uniendo la otra pareja de la que ya hemos hablado antes y que termina
en un clímax exquisitamente perverso.
Si son fans de genero gore,
del tema de asesinos seriales, esta obra es para ustedes. Pero quedan
advertidos que si trauman no me culpen a mí, porque llega un punto en el que
los dos asesinos nos describen sin ningún tipo de tapujos el como se deleitan
con la muerte, su excitación por el olor de la putrefacción. Una relación amorosa
tan enferma, pero a la vez tierna.
Narrado a través de diferentes
voces. La autora, actualmente autor transexual nos adentra a la psique del
asesino.
El final es bastante cruel
pero visto desde una perspectiva macabra… tierno. En el que se nos dice explícitamente
que solo somos un cuerpo lleno de carne para los gusanos y que solo importa el
alma. Y si el alma es perversa, eso ya queda a consideración de cada persona.
Puede que cada uno haya sido
bombardeado por los periódicos amarillistas con fotos de cadáveres en su más
tierna infancia (tal es mi caso) o que simplemente hayan sentido una morbosa
curiosidad que se fue convirtiendo en amor por el genero del terror y del gore
y que a la larga nos hayamos ido desensibilizando y veamos esto como una cruel
realidad mas de la humanidad como especie que muy de vez en cuando puede hacernos
o no arrugar la cara, pero que muy seguramente por miedo al dolor y la muerte
no queremos experimentar en carne propia.
Poppy Z. Brite sabe muy bien
que es lo que te está contando y sabe muy bien que hay quienes se van a
molestar por que verdades como esta sean reveladas. El libro es un libro
prohibido y por lo que investigue le costo demasiado publicarse en versión física.
Pero en lo personal me fascino.
No puedo decir que sea uno de
mis libros favoritos, pero si uno que en la menor oportunidad volvería a leer.
La verdad me dejo una sensación
de no saber que leer después, pero a la vez sin emoción alguna. Como les he
dicho en post anteriores, con los finales de los relatos de Clive Barker me reí
y aunque con el transcurso de esta novela también reí un poco, el final brutal
me dejo con los ojos abiertos como platos. Es brutal, pero muy realista.
El peor animal sobre la faz de
la Tierra, es sin duda el ser humano. Los animales como sabemos son salvajes
por instinto… los humanos a veces por idiotas a veces por causa de sus genes, a
veces por simple placer… o simple necesidad.
Le doy a El Arte Mas Intimo:
10/10
Link de descarga: https://www.antupload.com/file/Ud4wVlhD/
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